viernes. 29.03.2024

La economía boliviana busca la fórmula para revertir el impacto de la pandemia

La economía del país muestra un repunte que aún no logra igualar las cifras de los años anteriores a la pandemia y aún busca la fórmula que le permita capear el impacto del coronavirus y las consecuencias en el aumento de los niveles de pobreza y desocupación.

ECONOMIA-BOLIVIANA
El escenario de la pobreza ya era preocupante antes de la pandemia de COVID-19 y su efecto devastador en la economía de los países.

La economía de Bolivia se enfrenta el desafío de generar las condiciones que permitan revertir el rezago provocado por la pandemia de coronavirus. Con una tasa de crecimiento del 5,3% al primer cuatrimestre y una proyección del 4,4% hasta fin de año, la actividad económica busca revertir la cifra negativa del 8,8% de 2020 identificada por el Fondo Monetario Internacional y, además, al aumento de los niveles de pobreza, rezago a nivel global advertido por el Banco Mundial.

Las cifras oficiales son optimistas. Apostando por la reactivación de la demanda interna y en el marco del modelo económico Social Comunitario Productivo donde el Estado tiene un rol protagónico en la economía, el gobierno destacó el incremento de la inversión pública (USD 4.011 millones para este año), el incremento de la recaudación tributaria y los resultados de su política de sustitución de importaciones con el desembolso de Bs 239 millones hasta julio pasado.

Además, el gobierno resaltó la inyección de recursos a través de medidas como el Bono contra el Hambre, la aplicación del Impuesto a las Grandes Fortunas (Bs240 millones hasta abril) y el aumento de los créditos de vivienda social.

A pesar de la recuperación, las cifras aún no se acercan a los niveles anteriores a la pandemia. La inversión pública de 2019 fue de USD6.568 millones mientras que en 2018 totalizó USD5.106 millones, según datos del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. El nivel proyectado para este año supera al de 2012 (USD3.623 millones) pero es menor al de 2013 (USD4.592 millones).

Otro indicador que muestra rezago son las exportaciones. Las cifras del INE muestran que a junio de 2021 las exportaciones totales sumaron a USD4.904,1 millones, en 2020, el año más afectado por la pandemia de coronavirus, llegaron a USD6.915,3 mientras que en 2019, año afectado por las movilizaciones sociales de octubre y noviembre, la cifra cerró en USD8.795,9 millones, en 2018 llegó a USD8.969 millones y en 2017 a USD8.194 millones.

Entretanto y siempre con datos del INE, las importaciones llegaron a junio de este año a USD4.123,8 millones, en 2020 totalizaron USD7.115,2 millones, el 2019 alcanzaron a USD9.784,6 millones y en 2018 USD10.001,9 millones. Salvo este año, el saldo comercial fue siempre negativo, es decir, que las importaciones fueron mayores a las exportaciones.

Las cifras del sistema financiero también muestran el impacto de la pandemia. Las cifras de la ASFI revelan que la utilidad de los bancos experimentó una caída. De los Bs2.287 millones de 2019 bajaron a Bs960 millones en 2020 y a junio de este año llegaron a Bs530 millones.

De todas maneras, la solidez del sistema financiero se evidencia en otros indicadores como el aumento de los depósitos y los créditos y el bajo índice de mora. Este último, por ejemplo, llegó llegó a 1,8% en 2018, a 1,9% en 2019, a 1,5% en 2020 (para algunos especialistas es el reflejo de la paralización de la intermediación debido al diferimiento de créditos) y a 1,7%  hasta junio de este año.

Pobreza

El escenario de la pobreza ya era preocupante antes de la pandemia de COVID-19 y su efecto devastador en la economía de los países.

Un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) identifica los parámetros de la pobreza y la pobreza extrema a partir de la capacidad monetaria de las personas. En 2015 el Banco Mundial definió una línea de pobreza internacional de 1.9 dólares por persona al día y es el umbral que define quiénes son pobres porque no logran satisfacer las necesidades mínimas alimentarias.

En la agenda 2030 se incluyeron otros factores como la incapacidad de elegir la vida que se quiere vivir y el acceso a oportunidades (educación, salud, vivienda, trabajo, por ejemplo) para mejorar la generación de ingresos.

En Bolivia, el valor del umbral de los pobres extremos para 2019 (el año previo a la pandemia) y con datos del INE es de aproximadamente de 2.2 dólares por persona al día en el área urbana y de 1.8 dólares en área rural. El estudio aclara que el valor de la línea es el reflejo de la compra únicamente de una canasta básica alimentaria;

En el umbral de pobreza es más alto 4.5 dólares en el área urbana y de 3.2 dólares en área rural, en promedio gasto que además de la canasta alimentaria incluye otros bienes como vivienda, vestimenta, transporte, educación y salud, entre otros.

“Para el 2019 el 37.2% de la población boliviana vivía en pobreza, es decir que menos de cuatro de cada diez personas tenían ingresos suficientes para cubrir sus necesidades alimentarias, pero no necesariamente para cubrir otros servicios como por ejemplo vestimenta o transporte”.

Después de la pandemia el escenario se agravó. A fines de 2020 el Banco Mundial estimó que en todo el mundo, “entre 88 millones y 115 millones de personas caerían en la pobreza extrema en 2020”; con los valores de 2019, esta enorme cantidad de personas viviría con 1,9 dólares al día.

Esta caída es preocupante. La pandemia echó por tierra los avances logrados en las dos últimas décadas cuando se logró que alrededor de 100 millones de personas dejen el umbral de la pobreza extrema.

“Si se toman en cuenta las personas que habrían salido de la pobreza extrema en otras circunstancias pero que ahora no podrán hacerlo debido a la pandemia (es decir, 31 millones en 2020), el total de nuevos pobres surgidos por la COVID-19 en ese año se estima entre 119 millones y 124 millones de personas”, asegura el reporte del Banco Mundial.

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