HISTORIAS DE ÉXITO

Emprendedoras locales llevan franquicia de helados a tres ciudades del sur

La heladería está afincada en pleno centro histórico de la ciudad de Potosí
Hace cinco años dos hermanas potosinas y una amiga sucrense decidieron convertir el sueño del negocio propio en realidad. Optaron por una franquicia de helados; arrancaron en Sucre y al poco tiempo llegaron a Potosí y Tarija. La atención de calidad a sus clientes es el diferenciador de sus negocios. Una segunda franquicia de alimentos fue el siguiente paso. Con toda la experiencia acumulada, el siguiente proyecto es desarrollar sus marcas propias. “Somos exitosas porque es ahí adonde siempre hemos apuntado”, dice Carla Valdivia, una de las tres socias.

Una franquicia de helados se afincó en pleno centro histórico de la ciudad de Potosí convirtiendo la esquina de las calles Linares y Padilla, las otrora calles de Las mantas y Calincanto, en un espacio único donde los habitantes de la Villa Imperial pueden saborear más de 40 sabores con la misma calidad que ofrece la tienda original situada a cientos de kilómetros de distancia.

La llegada de helados Vacafría a las ciudades de Sucre, Potosí y Tarija es producto del tesón de tres emprendedoras que decidieron hacer realidad el sueño de ser sus propias jefas y, principalmente, dar su mejor esfuerzo para desarrollar un negocio de prestigio y alta calidad en su tierra natal.

“Queríamos ser dueñas de nuestro tiempo, de nuestro esfuerzo; queríamos ser nuestras propias jefas. Queríamos crecer como mujeres, empoderarnos de algo que sea nuestro. Sabíamos que teníamos que trabajar duro para ser las mejores”, relata Carla Valdivia, una de las tres fundadoras de VadeSur Inversiones, el emprendimiento que apostó por la franquicia.

Vacafría es una marca consolidada. Se autodenomina como “la franquicia de helados de calidad premium más grande de Bolivia”. Argumentos no le faltan. Fue fundada en 2011 en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra por tres mujeres emprendedoras; en menos de tres años sumó 10 sucursales en la ciudad que la vio nacer y actualmente, bordea las treinta tiendas en diferentes ciudades del país.

El diferenciador de la marca, aseguran, es el uso de materia prima de alta calidad y de productos naturales como frutas de estación además de la creación de un menú de sabores propios y originales que ya superó las 40 variedades.

Los bolivianos son ávidos consumidores de helados. Los informes de varias empresas coinciden en que si bien el consumo per cápita no está entre los altos de la región, es uno de los alimentos de mayor demanda en el mercado interno.

Por eso, no es de extrañar la “guerra fría” entre marcas de productores artesanales e industriales en el afán de conquistar el paladar de los consumidores. Desafiando los cánones, las ciudades menos calurosas del occidente se encuentran entre los mayores consumidores de la gélida preparación.

Lidia Valdivia, Mariela Delgadillo y Carla Valdivia en la inauguración de su primera franquicia

El primer paso

Potosina fiel y fina, Carla Valdivia Pacheco, se declara una enamorada de su ciudad por lo que una meta personal es desarrollar un emprendimiento de alto nivel en la Villa Imperial. Para hacerlo, unió sueños y esfuerzos con Lina, su hermana y Mariela Delgadillo, una amiga de ambas.

Hace cinco años, la salud llevó a Sucre a la familia. Las tres coincidieron en el mismo sueño y convergieron en dar el salto hacia su propio emprendimiento.

Durante un año el trío de emprendedoras fue madurando la idea de un negocio que les permita canalizar sus sueños. En el camino, inscribieron la sociedad bautizada como “Vadesur Inversiones” que reúne la primera sílaba del apellido de las socias. No había vuelta atrás.

En un viaje de Lina y Mariela a Santa Cruz vieron la heladería, se enamoraron del producto y tomaron contacto con Ideas del Oriente, la empresa detrás de la marca. Al final, la búsqueda llegó a buen puerto y la flamante empresa se convirtió en franquiciada de Vacafría; Sucre fue elegida para la primera inversión de VadeSur Inversiones.

Heladería premium

Cerrar el acuerdo con la franquicia era solo el primer paso; el siguiente desafío fue montar la tienda desde cero. Las tres mujeres no se amilanaron. “Empezamos a trabajar con infraestructura, con electricistas, albañiles e ingenieros porque la imagen corporativa de Vacafría requiere de mucho trabajo”, relata Valdivia quien recuerda la determinación con la que levantaron su emprendimiento.

“Podrían decir que es un trabajo para hombres pero nunca tuvimos miedo; lo afrontamos como venía”, recuerda.

La apuesta dio resultado. Desde el día cero, en noviembre de 2018, los clientes se volcaron a conocer la que entonces fue la tienda 27 de la heladería en el país. “Todo el personal e incluso nuestras familias no abastecíamos para atender la demanda”, recuerda Carla.

El local de la franquicia Vacafria en Potosi

Volver a la tierra natal

El sueño no terminó ahí. Después de un año de acumular experiencia y dominar las particularidades del rubro se presentó la oportunidad de llevar la franquicia a la Villa Imperial y cumplir con el propósito de desarrollar un negocio en su tierra natal.

“Teníamos la añoranza de invertir, hacer algo por nuestra tierra y dedicarle lo mejor que podíamos hacer”, relata Valdivia.

En octubre de 2019 el equipo de mujeres montó el lugar y por si fuese poco, dos meses después abrió una tercera tienda en Tarija. “Hemos sacado fuerzas de donde no había”, recuerda Valdivia.

Como a todos los emprendedores, la pandemia de coronavirus fue un golpe duro pero no definitivo.

“En ningún momento hemos desfallecido ni hemos pensado en cerrar ninguna sucursal. Esto nos ha costado mucho; es parte de un sueño y no íbamos a dejarnos vencer. Hemos hecho otros trabajos para mantener a nuestro personal en las tres sucursales”, relata.

Las emprendedoras decidieron incursionar en una segunda franquicia de alimentos: Monky´s Churros que gracias a este modelo de negocio saltó desde Santa Cruz de la Sierra a La Paz, Oruro, Sucre y Potosí. El primer local de esta franquicia flanquea la heladería en la calle Padilla y ya conquistó el paladar de los potosinos.

Como el cielo es el límite, las emprendedoras están inmersas en dos nuevos proyectos. “Uno se debe ejecutar este año y el otro lo estamos madurando. Ya no son franquicias. Vamos a nacer con nuestras marcas”, dice Valdivia.

Un equipo

Aunque la franquicia es un modelo de negocio que replica al original, en este caso las inversoras fueron más allá y enriquecieron la fórmula con su propia visión de negocio. Y en este caso, la atención que se brinda al cliente se convirtió en el factor clave.

 “Si se atienden mal cliente, este deja de venir, bajan mis ventas y cierro el negocio. Entonces somos un equipo entre inversores y trabajadores”, dice Valdivia.

Aunque las tres socias tienen definidas sus áreas de trabajo, conocen bien la logística de todo el negocio y en cada recorrido por las sucursales, no tienen problema en arremangarse la camisa para trabajar junto a sus colaboradores en la atención al público.

“Tenemos un organigrama casi lineal. Todos sabemos hacer todo. Nuestro enfoque es que todos somos supervisores y operativos porque queremos que sientan que todos aportan con su trabajo”, dice la empresaria.

Los expertos del marketing coinciden en que este no es un tema accesorio. Por ejemplo, Jordy Alemany del equipo de LinkedIn business asegura que el modelo de negocio centrado en el cliente evolucionó al employee centric: “Si te importa la satisfacción al cliente comienza a desarrollar un entorno donde el equipo se sienta seguro, motivado y satisfecho”, publica el experto en sus redes sociales.

El complemento de esta nueva visión de negocio es generar una experiencia que quede grabada en la mente del cliente para incrementar la satisfacción y lograr la fidelización con la marca. Los gurús del marketing aseguran que la CX (customer experience) ideal comienza cuando la persona conoce a la marca luego se convierte en un cliente y finalmente, recomienda el producto o servicio.

Valdivia está consciente de esto y lo aplica a pie juntillas. “Cuidamos mucho la atención al cliente. Si de alguna manera un empleado nos puede lastimar es atendiendo mal a un cliente. Y eso no lo permitimos".

Para Valdivia la búsqueda de mejores estándares de calidad debería recibir el apoyo de los entes matrices del sector privado en Potosí como ocurre en Sucre, por ejemplo, o de las autoridades locales en el afán de generar mejores condiciones para cuando la nueva normalidad permita el regreso masivo de turistas extranjeros.

“Debemos despertar de esta pandemia en algún momento y hay que aprovechar este tiempo para prepararnos”, reflexiona.

La heladería ofrece a sus clientes más de 40 sabores únicos y originales

Experiencias memorables

¿Por qué invertir en la industria de los helados? Preguntamos. “Es un trabajo lindo porque se trata con gente linda: las familias, los niños son gran parte de nuestros clientes. Podríamos ganar el doble con otro tipo de franquicia pero no es nuestra motivación”, dice.  

Desde su centro de operaciones en Sucre, las empresarias viajan constantemente a las otras dos sucursales para cuidar este elemento que es central en su fórmula de éxito.

Y cada ciudad tiene sus particularidades. “Son diferentes comportamientos de mercado”, dice Carla que ha descubierto la fórmula que funciona bien en cada ciudad.

“En Sucre la gente es apasionada por el helado; han desarrollado una cultura de consumo del producto. En Potosí el recibimiento de la gente en tan cariñoso y el apoyo tan grande en cualquier circunstancia que alientan a seguir adelante; Tarija está respondiendo de a poco”, dice.

Y no se trata solo de una percepción; la constante investigación de su nicho de mercado identifica en cuál de las tres ciudades hay más circulante y poder adquisitivo. “Por la minería, Potosí tiene una economía estable y sólida”, dice la empresaria.