sábado. 20.04.2024

Hace días atrás, dos importantes calificadoras de crédito como Fitch Ratings y Moody’s ajustaron la calificación de riesgo para Bolivia. La primera, según su informe, disminuyó de B a B-, en tanto que la segunda ajustó su calificación de riesgo de B2 a Caa1. Desde un análisis realizado por economistas, este suceso se traduce en una menor confianza hacia el país, factor que suele ser importante en los mercados externos al momento de tomar una decisión de inversión en un país; incluso para contraer nuevas deudas, como país, puede ser más difícil.

Para el economista Fernando Vargas, las recientes calificaciones suponen que el país en conjunto representa un riesgo mayor para los inversionistas, esto debido a las variables de riesgo analizadas por estas calificadoras, como ser la inflación (aún contralada), la evolución de la deuda externa, las eventuales dificultades para mantener anclado el tipo de cambio, el nivel de conflictividad de un país, la disciplina fiscal medida por el déficit o superávit fiscal, entre otras.

Al respecto, el economista Germán Molina coincide que en adelante la confianza en la economía boliviana -frente a otros países- se verá afectada, incluyendo la perspectiva para contraer préstamos a futuro. Por ejemplo, cuando en septiembre del 2021 la calificadora Fitch Ratings bajó la calificación crediticia de Bolivia de B+ a B y revisó la perspectiva de calificación de estable a negativa, esto afectó la 5ta. emisión de los bonos soberanos el 2022, donde de $us 2.000 millones emitidos en febrero de ese año, sólo se concretó $us 850 millones. 

Para futuros préstamos, Vargas explicó que bajo este contexto para Bolivia será altamente probable más difícil acceder a financiamiento y, por consiguiente, haya que compensar ese riesgo mayor, pagando más. “¿Cuánto más?, es difícil saberlo; depende, entre otras cosas, de la coyuntura internacional. Si consideramos que, por ejemplo, el Gobierno de los EEUU está pagando mejor por sus bonos, Ud., que arrastra una mala calificación, tendrá que hacer un esfuerzo mayor por seducir a aquel inversionista”, explicó.

Refiriéndose al manejo de la deuda externa pública del país en los últimos años, Vargas señala que esta variable desde su punto más bajo en 2007, tuvo hasta el 2021 un crecimiento exponencial de más del 570%. “Este incremento, por sí mismo no sería tan malo si hubiese sido realmente productivo, es decir que hubiese mejorado la sostenibilidad y potencialidad de las fuentes de ingreso existentes. Aparte, no condice un endeudamiento tan agresivo cuando en ese mismo periodo Bolivia, gracias a los precios externos favorables, percibe una renta petrolera cercana a los $us 50.000 MM”, manifestó.

Prioridades para no contraer mayor deuda
El economista Fernando Vargas sugiere empezar a realizar cambios estructurales y no correcciones temporales que al final, lo único que hacen es comprar un poco más de oxígeno pero, en síntesis, postergan el problema.

Primero: Lograr un gran pacto nacional, porque la conflictividad exacerbada que generan los conflictos políticos, al final genera incertidumbre.
Segundo: Dar solución al momento crítico. Bolivia necesita resolver urgente la falta de divisas y eso pasa inevitablemente, por acceder a un préstamo del exterior.
Tercero: Empezar a actuar sobre aspectos estructurales: 1. Eliminar el ITF que al final, es el principal disuasor de los agentes económicos, para que estos eviten el sistema financiero, dejando fuera del circuito la moneda extranjera. Combinada con esta medida, también es necesario incrementar las tasas de interés para los depósitos en dólares, a fin de atraer los dólares ociosos.
2. Resolver el problema del gasto fiscal descontrolado, que ha generado 10 años de déficit fiscal (7% del PIB en promedio) y eso pasa por controlar la eficiencia del gasto e inversión pública.
3. En paralelo a la gestión del gasto, el Gobierno debe mejorar sus fuentes de ingresos y eso pasa por exigir el retorno necesario a las empresas públicas, mejorar la recaudación tributaria vía ampliación de base de contribuyentes y mejorar la política energética. 

Bolivia será menos confiable por descenso en calificación, según economistas