viernes. 19.04.2024
ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE LA CEPB

Luis Barbery: "El 2022 será un año difícil"

Con la franqueza que lo caracteriza, el reelegido presidente de la Confederación de Empresarios de Bolivia atendió a Economy para evaluar el impacto de la pandemia de coronavirus en el sector privado, analizar lo que se requiere en la post pandemia e identificar los ingredientes esenciales de la receta que precisa el país para encaminar la reactivación económica en 2022. 
Luis Barbery, Presidente de la CEPB evalúa las perspectivas económicas para el próximo año Foto: CEPB
Luis Barbery, Presidente de la CEPB evalúa las perspectivas económicas para el próximo año Foto: CEPB

No cabe duda, El año que está a días de expirar fue junto a 2020, uno de los más complejos de la historia mundial. El impacto de la pandemia de coronavirus se extendió a todos los sectores, sin excepción. “Las empresas, y en particular las pymes, continúan siendo las más perjudicadas por la crisis económica”, establece un reciente informe del Banco Mundial.

¿Cómo enfrentó el sector privado la parálisis productiva y la lenta reactivación? ¿Qué se precisa para encarar la aún frágil recuperación? ¿Qué lecciones dejó la pandemia? Luis Barbery Paz, Presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) abrió un espacio para atender a Economy y más que responder a estas preguntas, perfilar la visión de este importante sector acerca del camino y los desafíos para reactivar la actividad productiva nacional.

“El retorno a la normalidad no es igual para todos”, sentencia Barbery que después del diagnóstico delinea la ruta crítica para levantar la productividad boliviana. No es tarea fácil ni le corresponde a un solo sector. Se requiere mucho sacrificio, dice, y no solo asimilar las lecciones aprendidas sino también reconocer las profundas lecciones de solidaridad que dieron las empresas bolivianas.

Con los pies sobre la tierra, Barbery mira el nuevo camino que comienza el 1 de enero. No será una un año fácil, sentencia. “El desempleo es sin duda la mayor amenaza” pero, de inmediato, saca la relucir el tesón, el optimismo y el compromiso que mantiene activos a los empresarios bolivianos. “Que podamos encontrar los caminos de la unidad, la justicia y el bienestar personal y familiar para construir una sociedad más justa y próspera”.

Economy (E).- ¿Cómo cierra este año para el sector empresarial?

Luis Barbery Paz (LBP).- Al terminar este 2021, podemos afirmar que, aunque recuperación es lenta y desigual, la economía ya no está estancada y empieza a dinamizarse.  En parte, esto se debe al esfuerzo conjunto para enfrentar la pandemia a través de la inmunización general, pero también al esfuerzo y compromiso de miles de empresarios y emprendedores que en medio de la incertidumbre se mantuvieron activos. 2021 fue un año difícil para el sector empresarial, principalmente porque los problemas que generó la pandemia como la iliquidez, la parálisis de la economía y la afectación del empleo, tuvieron su secuela en muchos sectores y empresas.

E.- La recuperación no será uniforme…

LBP.- Desde mediados de esta gestión, algunos sectores lograron más rápido crecimiento, sin embargo, hubo otros a los que les costará más recuperarse: el retorno a la normalidad no es igual para todos. Un problema adicional que el sector privado debió enfrentar en esta gestión, es el relacionado con la conflictividad política, que generó tensiones y medidas de protesta que afectaron la normalidad de las actividades.

E.- ¿Cómo enfrentó el sector privado el impacto de la pandemia de coronavirus?

LBP.- Con mucho sacrificio, pero con una gran capacidad de resiliencia y adaptación a situaciones extremas. En medio de la incertidumbre, la parálisis de la economía y la caída de la demanda, los empresarios y emprendedores, siguieron produciendo, invirtiendo y aportando, para que la oferta de bienes y servicios se mantuviera, y los puestos de trabajo no se siguieran perdiendo. 

E.- ¿Cuáles fueron las mayores dificultades?

LBP.- La súbita pérdida de liquidez por la caída de las ventas, la interrupción de contratos y la ruptura de las líneas de suministros, a la par de la necesidad de mantener planillas de pago, cumplir las obligaciones crediticias e impositivas e implementar medidas sanitarias de prevención, generaron una profunda crisis y una transformación inédita en la cotidianidad de los empresarios, a las que tuvieron que responder con creatividad y oportunidad.  Muchas iniciativas, inversiones y sueños se truncaron y muchas empresas cerraron, pero otras se reinventaron, se ajustaron y sobrevivieron y lo siguen haciendo.

E.- ¿Qué lecciones deja la pandemia a su sector?

LBP.- La primera gran lección es que debemos estar preparados siempre para situaciones impredecibles que paralicen o afecten gravemente la normalidad económica y social.  La interdependencia global es otra enseñanza que tuvimos que aprender en medio de la crisis.  Los sucesos extraños y lejanos pueden tener efectos similares o aún peores en sociedades como las nuestras que parecían protegidas de sus efectos. 

Más allá de lo aprendido, creo que también hemos dado lecciones.  Pese a que no había ninguna norma que las impusieras ni planes que las orientaran, la solidaridad y el sentido social fue algo que nos distinguió durante este tiempo.  Miles de empresas de todos los tamaños, actividades y ubicación, emprendieron una de las campañas de solidaridad más grandes jamás vista, de ayuda a las comunidades y las familias que se vieron afectadas en su salud, estabilidad y economía.  Esta actitud, muy propia de los bolivianos se materializó primero con los trabajadores, ya que muchos empresarios erogaron sus propios recursos para sostener las planillas de trabajadores, aunque los ingresos hubieran disminuido o cesado.

E.- ¿Qué lecciones deja la pandemia al país?

LBP.- La pandemia desnudó muchas falencias del sistema de protección social y mostró la enorme distancia entre la propaganda y la realidad.  Bastaron algunas semanas para que todo el sistema de salud colapsara, sin hospitales, sin espacios de atención, sin medicinas ni oxígeno, con decenas de trabajadores de la salud falleciendo por la precariedad de un sistema que no fue mejorado en décadas.  Esta falencia nos mostró también que el Estado por si solo no tiene los recursos ni la capacidad suficiente para enfrentar crisis multidimensionales, especialmente si no trabaja de manera conjunta y estrecha con la sociedad, especialmente con el sector empresarial privado. 

E.- Fue también una oportunidad para encarar transformaciones…

LBP.- Un aspecto fundamental que trajo la pandemia fue el salto tecnológico que nos llevó a una mayor digitalización y virtualidad de muchas actividades relacionadas con los servicios y la gestión de negocios. Esto permitió la emergencia de una gran cantidad de iniciativas y emprendimientos nuevos que van a continuar, aunque deberán encontrar su propia dinámica en los mercados locales. 

E.- Los expertos a nivel mundial aseguran que superar la crisis no es tarea de un solo sector y que se requiere de un esfuerzo conjunto para reactivar la economía. ¿Cuáles serían las acciones que deben emprender el sector público, privado y la población?

LBP.- La pandemia precisamente mostró esta realidad, no solamente en Bolivia sino en todo el mundo.  Una crisis de estas dimensiones no puede ser enfrentada por el Estado o por la sociedad, de manera unilateral y separada.  Más que proyectos o acciones específicas, el trabajo conjunto debe orientarse a la construcción de políticas públicas, de espacios de diálogo permanente y de mecanismos de coordinación y articulación. Creo que uno de los mayores desafíos que tenemos como país es construir unidad y esfuerzo compartido. El sector privado y el sector público no son antagónicos sino complementarios.  El empleo digno, la disminución de la pobreza, la igualdad y el desarrollo dependen de que ambos funcionen adecuadamente, en coordinación y armonía, y en momentos de crisis, esta articulación es necesaria.

La economía nacional

E.- ¿Cuál es su evaluación del estado de la economía boliviana?

LBP.- La paralización de la economía en 2020, generó una caída del 8.8% de nuestro Producto Interno Bruto, uno de los índices más altos de Sudamérica y el peor de nuestra historia reciente. Esa cifra apenas grafica la dimensión de la crisis, que se tradujo en el cierre de empresas, la debacle de sectores como el turismo, la hotelería y la gastronomía y el aumento significativo del desempleo. Más allá de algunas interpretaciones optimistas que podemos compartir, es evidente que la crisis no se ha superado, y que incluso los avances logrados corren el riesgo de ralentizarse.  Los principales problemas tienen que ver con el crecimiento insuficiente y heterogéneo; el desempleo sostenido; la caída de las inversiones y; el aumento de la pobreza.

Según estimaciones especializadas, en 2021 alcanzaremos una recuperación del 5% que, aunque es importante, no es suficiente ya que, para lograr el crecimiento de 2019, se requería una expansión de 10%, es decir el doble de lo alcanzado este año. La recuperación es también desigual debido a que aún hay sectores y regiones que no logran alcanzar el dinamismo necesario para superar los efectos de la crisis.

Otro gran problema se refiere a la inversión.  En 2020, la inversión total cayó de valores superiores al 20% del PIB a cerca del 15%. Aunque el presupuesto 2022 anticipa una lenta recuperación de la inversión pública, estará limitada por el financiamiento. En cuanto a la inversión privada, ésta se encuentra estancada y es poco probable que se incremente debido a múltiples factores como la incertidumbre, la inseguridad jurídica y la falta de incentivos.

A esto se suman otros problemas preexistentes que se han agravado en los últimos meses, como el aumento del contrabando, la inseguridad jurídica, el aumento de la conflictividad; la caída de las Reservas Internacionales Netas y; un sistema de justicia cada vez más devaluado.

El camino hacia la recuperación

E.- ¿Cómo inicia el país el año de postpandemia? ¿Cuál es la perspectiva?

LBP.- El 2022 va a ser un año difícil.  Los efectos de la parálisis de la economía mundial están golpeando a países como el nuestro y posiblemente nos enfrentemos todavía a problemas de transporte y logística, aumento de los costos de producción e importación y un menor dinamismo en relación al tiempo anterior a la pandemia, sin embargo, considero que una nueva paralización como la de 2020 ya no tendría que ocurrir. 

El desempleo es sin duda la mayor amenaza. Para octubre de 2021, las cifras oficiales reportan 236 mil desocupados; es decir, 43 mil más que en 2019. Esto se vuelve más crítico si consideramos la subocupación. Al inicio de 2020, la subocupación alcanzaba a 4.44%; en octubre de 2021 llega a 8.40%. El desempleo aumentó y el empleo se precariza aún más.

Uno de los aspectos que más preocupa a los bolivianos es el incremento de la pobreza. En 2019, la pobreza extrema, llego a 12.1%; el 2020 este indicador cerró en 14.7% Estas cifras son prácticamente el doble de lo registrado en el promedio de América Latina y, por la grave situación del empleo es poco probable pensar que los niveles de pobreza han sido revertidos a los valores previos a la pandemia.

E.- ¿Cuáles son los desafíos para los próximos años?

LBP.- Creo que el primer desafío es priorizar la agenda económica y productiva sobre la agenda política. Ya no podemos seguir condicionados por la confrontación política que nos divide y nos empobrece. Todos, pero especialmente los sectores políticos, deben entender que en este momento es prioritaria la sobrevivencia, la estabilidad y el bienestar de las familias bolivianas afectadas por la crisis que si no se resuelve puede generar efectos similares a la pandemia.

Un segundo desafío es el diálogo y consenso. El diálogo no es una opción ni un formalismo; es un recurso necesario para enfrentar una crisis que nos afecta a todos.  Su postergación o negación no solo dificulta la búsqueda de soluciones, sino ante todo perjudica directamente a millones de bolivianos, cuya estabilidad depende de decisiones oportunas y correctas que solo pueden encontrarse en acuerdos y consensos.

Finalmente, creemos que es imprescindible construir más confianza y menos división. Si no hay confianza no hay inversión sostenida, y sin inversión no hay crecimiento.  Hoy más que nunca es preciso hacer un esfuerzo para restablecer la confianza de los ciudadanos en el Estado y esto pasa también por tomar acciones para garantizar la seguridad jurídica, iniciar una verdadera reforma de la justicia y sobre todo por desterrar el discurso confrontacional.

E.- ¿Qué se precisa para una reactivación efectiva?

LBP.- Inicialmente, consideramos que se debe hacer mayores esfuerzos para que la vacunación completa alcance al 100% de la población, en los primeros meses; esto requiere de un esfuerzo extraordinario de todos, ya que a la fecha este porcentaje apena llega al 50%, pese a que hay disponibilidad suficiente de vacunas.

La recuperación del empleo y su calidad, debe ser una prioridad. Para lograrlo es necesario impulsar los programas existentes, pero en un esquema de coordinación con el sector privado que es el principal generador de puestos de trabajo.

Es importante contar con un plan sostenible de consolidación fiscal, que comprometa bajar el déficit, y encontrar mecanismos de financiamiento que incluyan fuentes externas para fortalecer la liquidez en moneda extranjera y no resten recursos al sistema financiero.

La lucha eficiente y coordinada contra el contrabando, complementada con una política agresiva de fomento a la producción, protección y consumo de productos nacionales, debieran estar entre los objetivos importantes

Finalmente, creemos que urgente la dinamización de la inversión privada. Es necesario afianzar la seguridad jurídica, construir espacios de confianza mutua entre el sector público y privado, basados en la complementariedad y colaboración mutua.

Luis Barbery Paz de perfil: Un líder apasionado por el rugir de los motores

Luis Fernando Barbery Paz nació en Santa Cruz, tiene 67 años; es casado y padre de seis hijos.  En marzo de este año y por mayoría de votos, fue reelegido como Presiente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y el pasado octubre fue incluido entre los 500 personajes más influyentes de Latinoamérica, según Bloomberg Latinoamericana.

Es ingeniero industrial y tiene maestría en Administración de Negocios en la Universidad Toledo en Ohio (EEUU), además de posgrados en el Harvard Business School de Massachuset (EEUU).  Tiene una amplia carrera profesional en la Corporación Agroindustrial UNAGRO del que fue Vicepresidente Ejecutivo de Servicios, además ocupó el cargo de Director en varias Empresas e Instituciones. 

Fue Presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz y anteriormente fue presidente de las CAINCO y Director de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz. Además de Empresario, Barbery es miembro activo del Rotary Club Internacional y practica regularmente el automovilismo, actividad con la que participó en el Rally Paris Dakar representando a Bolivia.

Luis Barbery: "El 2022 será un año difícil"