jueves. 25.04.2024
UNA FACTURA DE LARGO PLAZO

La región crecerá este año pero no alcanzará para revertir el golpe de la pandemia

Hace poco la CEPAL actualizó su proyección y estimó un crecimiento del PIB de 5,9% para la región, aunque aclara que este e incluso el próximo año persistirá el impacto negativo de la pandemia. Un experto de la CAF advierte que el PIB per cápita sufrió un retroceso de casi dos décadas y que es poco probable una recuperación en el corto plazo. Urgen políticas que permitan reactivar la inversión y el empleo, coinciden los expertos.

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La producción nacional fue afectada seriamente por la pandemia

El Banco Central de Bolivia (BCB) estima que la economía nacional alcanzará una tasa de crecimiento positiva del 4,4%. Este año El dato corresponde al Informe de Política Monetaria que presentó la entidad con datos a julio de este año.

El informe también asegura que la economía del país comienza a mostrar señales de mejoría a partir de los resultados del Índice General de Actividad Económica (IGAE) y que hay una recuperación del nivel de Reservas Internacionales Netas.

De todas maneras, la proyección está por debajo del 5,9% regional y el 5.1% para Bolivia actualizado por la CEPAL en su “Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2021: Dinámica laboral y políticas de empleo para una recuperación sostenible e inclusiva más allá de la crisis del COVID-19” donde, al igual que otras organizaciones multilaterales y bilaterales, coincide en que el impacto de la pandemia se seguirá sintiendo en los países de la región incluso en 2022.

“La CEPAL actualizó su proyección de crecimiento regional para este año a 5,9% y advirtió que la región tendrá una desaceleración en 2022, con una expansión estimada de 2,9%”, asegura Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), en la presentación del documento.

El estudio que enfatiza la urgente necesidad de enfrentar esta situación con la aplicación de políticas orientadas a generar mayor inversión y empleo, da cuenta de que la crisis desatada por la pandemia solo reveló los problemas estructurales que impidieron que los países de la región en general, alcancen tasas de crecimiento sostenibles antes de la crisis sanitaria.

Sin embargo, la CEPAL aclara que el crecimiento de 2021 se explica “principalmente por una baja base de comparación -luego de la contracción de 6,8% anotada en 2020-“, además de los efectos positivos “derivados de la demanda externa y el alza en los precios de los productos básicos (commodities) que exporta la región, así como por aumentos en la demanda agregada”.

“El documento muestra que los problemas estructurales que por décadas han limitado el crecimiento económico de la región se agudizaron producto de la pandemia y limitarán la recuperación de la actividad económica. Antes del COVID-19 la región venía con una trayectoria hacia el estancamiento: en el sexenio entre 2014 y 2019 creció a una tasa promedio de 0,3%, menor al promedio del sexenio que incluye la Primera Guerra Mundial (0,9%) y el de la Gran Depresión (1,3%). Además muestra una caída progresiva en la inversión, alcanzando en 2020 uno de sus niveles más bajos en las últimas tres décadas (17,9% del PIB). De igual forma, la productividad laboral cae significativamente”, dice la CEPAL.

El estudio aclara que la recuperación no será rápida ni sencilla y que se requieren esfuerzos adicionales para no exacerbar esas debilidades estructurales: baja inversión y productividad, informalidad, desocupación, desigualdad y pobreza.

En la misma línea, Jorge Arbache, Vicepresidente de sector privado de la Corporación Andina de Fomento (CAF), reflexiona sobre las condiciones de desigualdad estructurales que no ha podido revertir la región en las últimas décadas y que fueron acrecentadas por la pandemia. Entonces, no todo es culpa del coronavirus.

“La pandemia del Covid-19 ha penalizado de manera particularmente severa a las economías de la región: la contracción del PIB en 2020 fue dos veces mayor que la contracción global y tres veces mayor que la de los países emergentes y en desarrollo. Tal castigo es un reflejo de las muchas debilidades económicas y problemas de política pública. Sin embargo, debe recordarse que la economía de la región ya había experimentado dificultades desde antes de la pandemia y, en particular, desde el final del superciclo de las materias primas”, asegura el experto.

Los golpes de pandemia

Sin duda, la pandemia ha puesto sobre la mesa los temas pendientes como la generación de empleo, la pobreza, la igualdad de género, la esperanza de vida entre otros que no fueron resueltos durante años.

“En 2020 la pandemia desencadenó la mayor crisis que han experimentado los mercados laborales de América Latina y el Caribe desde 1950. A nivel mundial, los mercados del trabajo de la región fueron los más afectados por la crisis generada por el COVID-19 -el número de ocupados cayó 9,0% en 2020- y la recuperación esperada para 2021 no permitirá alcanzar los niveles pre-crisis”, dice la Secretaria de la CEPAL.

El PIB per cápita de América Latina creció un 2,3% anual entre 2003 y 2013. Pero de 2014 a 2020 la tasa de crecimiento se redujo al -1,4%, lo que llevó a que el ingreso por persona se contrajera un 10% y retrocediera al nivel de 2009. De las estimaciones de crecimiento del FMI se puede inferir que los próximos años no serán mucho mejores. De hecho, se espera que el PIB per cápita de la región crezca a una tasa promedio del 1% anual entre 2021 y 2025.

Arbache de la CEPAL advierte que de mantenerse la tendencia “es poco probable que el nivel de ingreso per cápita de 2013 se recupere antes de 2029”. Estas son malas noticias para la región que experimentaría un retraso de casi dos décadas “que podrían reducir significativamente su participación en la economía mundial”.

Además, este retroceso dejaría en rezago los indicadores sociales y aumentaría la brecha económica que nos separa de otras regiones, incluidas las emergentes.

Un año para el olvido

“Los resultados más relevantes, muestran una recuperación de la actividad económica sostenida con una tasa de crecimiento acumulada del 8,7% al mes de junio. Por su parte, la inflación se mantuvo en niveles bajos y estables alrededor del 1%, en términos acumulados”, asegura con optimismo el ente emisor.

La proyección del BCB se acerca al promedio del período 2010-2019 que fue de 4.65%, de acuerdo a los datos del INE. En este lapso de diez años el nivel más alto se registró en 2013 con 6.8% y el más bajo en 2019, un año antes de la pandemia, con 2,22%. Las cifras coinciden con el diagnóstico de la CEPAL.

Los datos presentados por el BCB muestran el contraste con la situación que se vivía en septiembre de 2020 cuando el país experimentaba el mayor impacto de la pandemia de coronavirus. A esa fecha y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el Índice Global de la Actividad Económica (IGAE), que representa una estimación a corto plazo de la actividad económica, registraba cifras negativas que, en relación a junio de ese mismo año, tenían una ligera mejoría.

“El IGAE registra una tasa de variación acumulada negativa de 10,40% con relación a similar periodo de la gestión 2019. Se debe señalar que esta tasa es ligeramente superior a la observada en junio de 2020 (-11.11%) debido esencialmente a la reducción gradual de las restricciones sanitarias impuestas”, explicaba el INE en septiembre de 2020.

Hace doce meses el IGAE daba cuenta de que los sectores más afectados por la pandemia y, por tanto, con una mayor contracción fueron: minerales metálicos y no metálicos (-36,46%); construcción (-35,82%) y transporte y almacenamiento (-20,61%).

Pero no fueron los más golpeados. “El crecimiento se vio afectado, en términos de incidencia, por el desempeño adverso del sector de Industria Manufacturera (-1,99 puntos porcentuales p.p.) cuyas actividades de textiles, minerales no metálicos (sobre todo cemento), joyería y la producción de alimentos industriales fueron las más afectadas”.

La región crecerá este año pero no alcanzará para revertir el golpe de la pandemia