Para lograr que la técnica funcione, se depositó a la impresora un tóner a base de carbono que se transfirió a un panel de vidrio calentándolo. Estos patrones de tóner hicieron rugosa la superficie pudiendo crear un espacio hidrofóbico de aire entre el carbón y el metal líquido.
Así lograron que el circuito imprimible lo pudieran pegar directamente a la superficie lisa, como una botella de refresco de plástico, un ukelele y hasta tazas de té, informó Computer Hoy, revista digital.
Si acaso la superficie era demasiado irregular, como la piel rugosa de una naranja, este dispositivo se colocaba primero sobre una pieza de plástico flexible y luego sobre la superficie más rugosa.
Tras el experimento, demostraron que todos los componentes electrónicos funcionaron a la perfección desde la visualización de imágenes hasta el etiquetado RFID, la detección de temperatura y el sonido.
Si prospera esta técnica y se hace accesible en mayor medida, podría permitir que los circuitos electrónicos pudieran adaptarse a cualquier tipo de superficie.