sábado. 27.04.2024

La creciente preocupación ambiental ha elevado la importancia de la sostenibilidad en el ámbito empresarial europeo. Un reflejo de esto es la reciente iniciativa de Francia de aprobar una ley en marzo imponiendo un impuesto de 5 euros por prenda a las empresas de “fast fashion”, entre las que se encuentra Shein, conocida por lanzar hasta 1.000 nuevos modelos diarios al mercado.

Shein se encuentra en la mira como la primera plataforma de e-commerce afectada por esta nueva legislación francesa, después de experimentar un crecimiento meteórico a nivel mundial. Sin embargo, su posición como referente del “fast fashion” ha generado inquietudes en cuanto a aspectos de RSE, abordando tanto la legislación laboral como el innegable impacto ambiental de este tipo de prendas de consumo rápido.

En Bolivia, Shein es conocida gracias a Marcelo Claure, un exitoso empresario boliviano designado hace poco como el nuevo vicepresidente ejecutivo mundial de la empresa. Claure está liderando la formación de una junta consultiva en Latinoamérica e invertirá más de $us 100 millones en la compañía, comprometiéndose a abrir 2.000 fábricas y generar más de 100.000 empleos, según su reunión con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

La medida, impulsada por diputados conservadores como Antoine Vermorel Marques bajo la etiqueta #StopShein, busca frenar el impacto negativo de la moda rápida en la industria textil francesa y el medio ambiente, argumentando que la moda ultrarrápida contribuye al desperdicio al generar prendas de un solo uso.

Existen opiniones divididas entre los consumidores: algunos dicen que el impuesto limitaría la capacidad de elección y acceso a la moda para aquellos con menos recursos, mientras que otros lo ven como una medida necesaria para contrarrestar los efectos perjudiciales de la moda rápida en el medio ambiente y en la industria local.

En respuesta a las críticas, Shein ha defendido su modelo de negocio y rechazado la etiqueta de “cultura del descarte”. La marca argumenta que el impuesto propuesto puede perjudicar al consumidor y destaca su papel en la transformación del mercado de la moda.

En el horizonte empresarial del siglo XXI, la sostenibilidad emerge como una fuerza impulsora crítica que redefine las reglas del juego. No es simplemente una tendencia, sino una genuina preocupación de la población en torno al cuidado del medio ambiente y la reducción de desperdicios a nivel masivo.

Es crucial analizar detenidamente las acciones de las empresas que se autodenominan sostenibles o eco-amigables, evitando caer en prácticas de “greenwashing”. De hecho, el Parlamento Europeo ha aprobado una nueva directiva contra el “greenwashing” para combatir estas malas prácticas.

La propuesta de Francia de establecer un impuesto a las empresas de moda rápida es solo un ejemplo de cómo la sostenibilidad está dejando su huella en el mundo del comercio electrónico.

Francia Vs. Shein: el “fast fashion” al debate