lunes. 29.04.2024

Entre la década de 1981 – 1990 y la de 2011 – 2021, la temperatura promedio de Santa Cruz subió de 24,7 °C a 25,8 °C, lo que significa que el calentamiento de la región está por encima del calentamiento global, producto del avance de la agricultura y el crecimiento de la deforestación que anualmente asciende a 300.0000 hectáreas.

Se necesita delinear un plan que permita controlar y reducir la tala y desmontes como ocurre actualmente en Brasil

Ese es uno de los datos relevantes que destaca la investigación “Cambio Climático en Santa Cruz, nexos entre clima, agricultura y deforestación”.

El documento fue elaborado por la Fundación TIERRA con el apoyo de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI) en Bolivia y será presentado el jueves 24 de agosto en el hotel Cortez de Santa Cruz, a horas 18.30 y, posteriormente, el martes 29 de agosto en la ciudad de La Paz.   

El estudio —trabajado por los investigadores Gonzalo Colque, Jose Luis Eyzaguirre y Efraín Tinta— fue producido con base en un análisis de información de fuentes secundarias y bases de datos de plataformas internacionales dedicadas al cambio climático y que fueron contrastadas con datos sobre agricultura y deforestación. También se recolectó información primaria mediante trabajo de campo, entrevistas a productores agropecuarios e informantes clave. 

“En cuatro décadas, mientas el calentamiento global aumentó 0,6 °C, la temperatura promedio de Santa cruz se incrementó en 1,1 °C, desde una media acumulada de 24,7 °C hasta 25,8 °C. La diferencia es de 83% con respecto al comportamiento global planetario. Adicionalmente, Santa Cruz tiene un ritmo más acelerado de cambio climático. Cada 10 años, la temperatura promedio aumenta entre 0.3 y 0.4 °C. En el peor escenario, Santa Cruz alcanzará 3,2°C de calentamiento al año 2060”, señala parte del documento. 

Según los estudios especializados, como el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), la principal fuerza impulsora del calentamiento global es la actividad humana. En la actualidad, el planeta tiene una temperatura de 1,2 °C (± 0.1) superior a la que tenía antes de 1900.

Esto significa que, en los últimos 120 años, la temperatura promedio del planeta se elevó gradual e irreversiblemente, provocando alteraciones que podrían empeorar en los próximos años. Por esta razón, el Acuerdo de París (Naciones Unidas, 2015) se propuso evitar que el aumento de la temperatura supere los 1,5 °C para el año 2100, lo que es considerado como el límite máximo para protegernos de las peores consecuencias del cambio climático. 

Los principales eventos constatados hasta ahora por los científicos son: i) el descongelamiento de los hielos polares, ii) la elevación del nivel del mar, iii) los fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones, olas de calor y sequías, 

Para el investigador Gonzalo Colque el problema es que la agricultura es causa y víctima de cambio de clima porque la ampliación de frontera agrícola que implica deforestación está generando que grandes zonas sufran  un cambio de clima muy acelerado en Santa Cruz

A su vez este cambio se traduce en menores precipitaciones pluviales, mayor sequedad, especialmente cambios en el calendario agrícola,  y eso a su vez repercute negativamente sobre la producción. 

Por esa razón es que hay bastantes tierras descertificadas, menor productividad en el sector sobre todo soyero, y eso está provocando cambios profundos.  Por ejemplo ahora en lugar de rotar con maíz, se lo  hace con sorgo o se dejan tierras ganaderas semiabandonadas y la actividad agrícola  se trasladan a  nueva zonas para desmontes, alertó.

De acuerdo con la investigación el inicio de la década de los 80 se puede considerar como un punto de partida apropiado para la valoración de las mayores transformaciones agroambientales de todo el siglo XX y principios del XXI. En ese periodo inicial, las tierras cultivadas alcanzaban 321 mil hectáreas anuales, cifra que aumentó en 202% en los años 90. 

En la primera década del siglo XX escaló al 424%, y en la década de 2010 siguió trepando hasta llegar a un 714% de crecimiento con respecto a los años 80. 

En estas cuatro décadas, las hectáreas de tierras cultivadas se multiplicaron a un ritmo sin precedentes en la historia cruceña. Al día de hoy, las hectáreas cultivadas siguen creciendo y llegaron  3.010.000 hectáreas el año 2022, revelan las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE).

El estudio considera que la  transformación acelerada del agro cruceño se debe, básicamente, a la adopción y consolidación de un modelo de agricultura convencional a gran escala que llegó a América del Sur a mediados del siglo pasado, principalmente a Argentina y Brasil. 

Este modelo se caracteriza por la presencia predominante de grandes campos de monocultivos de soya y maíz genéticamente modificados (GM). La consolidación del modelo se produjo con la introducción de la semilla de soya GM tolerante al glifosato hacia mediados de los años 90, lo que el Gobierno acabó legalizando el 2005.

El documento añade que la expansión de este sistema agrario condujo al aumento de la deforestación. En las zonas tropicales como Santa Cruz, el crecimiento de la agricultura conduce, casi inevitablemente, a la reducción de las áreas boscosas, lo que se agrava cuando se trata de monocultivos que demandan desmontes o deforestaciones a gran escala. 

El departamento de Santa Cruz está mayormente constituido por tres tipos de bosques: el bosque amazónico, el bosque chiquitano y el bosque chaqueño.  

Al día de hoy se estima que cerca del 47% del territorio está cubierto por bosques primarios. El bosque amazónico es el más denso, verde y con árboles de hasta 45 metros de altura. El bosque chiquitano se encuentra en el centro y al este del departamento, con vegetación semidensa y árboles de hasta 30 metros de altura

El bosque chaqueño está al sur del departamento y se caracteriza por el bosque caducifolio con especies de hasta 20 metros de altura y arbustos espinosos. A medida que avanza la agricultura, la deforestación se centra mayormente en los bosques amazónicos de la zona norte y en los bosques chiquitanos al este de la principal urbe cruceña, sostiene el documento.

“Los resultados coinciden en señalar que los cambios climáticos más drásticos tienen lugar en las áreas con mayor intervención humana. Por ejemplo, un reciente estudio sobre la Chiquitanía concluye que existiría una diferencia de hasta 3,1 °C en cuanto a temperatura diurna entre áreas deforestadas y áreas con bosque”, precisa.

Recomendaciones
El estudio contiene recomendaciones y tareas que se deben abordar y según Colque  de manera general el tema más grande a resolver es el de ka  deforestación donde se necesita  plantear metas de reducción.

“Estamos en 300 mil  hectáreas anuales y Bolivia a diferencia de Brasil no cuenta con metas de reducción como para llegar por ejemplo en  5 años a 100 mil hectáreas y luego bajar a 50.000 hectáreas por año. Eso es importante para alcanzar metas y mitigación del cambio climático.   Brasil  implementa de nuevo el plan de deforestación  cero y quiere  llegara a esas metas en 2030”, destacó.

El estudio considera que el bosque y la agricultura generan múltiples beneficios para Santa Cruz y Bolivia, como ser la captura y almacenamiento de carbono (CO2), la regulación de ciclos de agua, biodiversidad, alimentos, oportunidades económicas y otros. 

Sin embargo, a pesar de estos bienes y servicios agroambientales, los desmontes siguen en ascenso y la agricultura sostenible sigue siendo un asunto pendiente. 

Para evitar una crisis climática más severa y sin retorno, el estudio indica que se deben tomar medidas mucho más efectivas y concretas que las actuales. Por eso se plantea recomendaciones: 1. Deforestación: desacelerar, reducir y revertir. 2. agricultura: incentivar el uso sostenible del suelo. 3. Clima: proteger los ecosistemas más vulnerables.

En el plano de la deforestación se advierte que Santa Cruz no tiene metas de cumplimiento obligatorio a corto, mediano ni largo plazo para frenar gradualmente la deforestación descontrolada. 

La ausencia de metas cuantificables y medibles exacerba el problema ambiental y climático, y facilita la proliferación de autorizaciones y permisos de desmontes, incluso en áreas protegidas y parques nacionales, territorios indígenas y tierras fiscales que tienen autorizaciones provisionales de asentamientos para nuevas comunidades.

En el campo de la agricultura, el principal desafío que enfrenta la agricultura de Santa Cruz es preservar la capacidad productiva de las tierras agrícolas. “Hemos visto que tanto la pérdida de bosques, como el cambio del clima, multiplican las amenazas de degradación y descertificación de los suelos. Caben varias recomendaciones y posibles medidas desde lo institucional, financiero, jurídico y técnico”, remarca el estudio.

En ese sentido se recomienda: a) Crear un plan de gestión y uso sostenible de los suelos. Esto  significa elaborar un estudio técnico independiente de identificación y cuantificación de tierras agrícolas degradadas y descertificadas, zonificación según potencialidades productivas, regulación de prácticas agrícolas de sobrexplotación de suelos y bosques, apoyo a sistemas agrícolas alternativos, entre otros. b) adoptar un modelo de coexistencia entre agricultura y bosques. Integrar e intercalar las tierras agrícolas y los bosques en todos los espacios territoriales: nivel micro, local y regional. c) adaptarse a las alteraciones del calendario agrícola. Tomar medidas de mitigación frente al retraso de la temporada de lluvias que extiende la duración de los meses secos hasta noviembre o incluso diciembre de cada año.

En el componente Clima, la investigación de TIERRA recomienda priorizar la implementación de medidas y acciones urgentes y estratégicas, en especial para proteger las zonas más frágiles al cambio del uso del suelo o las más expuestas a los riesgos climáticos

En este contexto, manifiesta que  al menos hacen falta dos acciones estratégicas: a) tomar nuevas medidas de protección de ecosistemas de alto riesgo climático. b) realizar una evaluación de ecosistemas severamente afectados.

En 40 años la temperatura en Santa Cruz se elevó por encima del calentamiento global