miércoles. 01.05.2024

El sector de startups de Bolivia comienza a madurar, pero para darle un mayor impulso al proceso será necesario más capital de riesgo o venture capital. Escalatec y Babasú son las primeras organizaciones especializadas en proyectos innovadores de carácter tecnológico que pueden tener un alto impacto en el crecimiento del país. 

“Esta industria es el motor que hace que las startups puedan crecer y expandirse a otros países”, destaca Corina Marion, administradora del Babasú Ventures, el primer fondo de capital de riesgo en Bolivia.

“El venture capital es como el oxígeno para las startups, que no contamos con la confianza de los financiamientos tradicionales”, subraya Antonio Riveros, presidente de la Asociación de Emprendedores Tecnológicos Startups Bolivia.

No obstante su importancia, esta industria aún es incipiente en el país. Según el Mapeo del Ecosistema de Tecnología Digital 2023, solo el 14% de las startups bolivianas recibieron fondos de un capital de riesgo.

“Estos fondos vienen funcionando” en el mundo “hace más de 30 años, pero en Bolivia recién están iniciando”, afirma Marion.
Y esto tiene mucho que ver con la cantidad de startups que hay en el país. “Hemos crecido, pero hay que seguir robusteciendo el ecosistema, articulando el financiamiento, la capacitación, los mentores, la academia y las políticas públicas”, resume Riveros.

“Recién ahora, estamos empezando a ver startups que nacen con soluciones más interesantes que pueden crecer y ser un negocio de verdad. Antes eran más del tipo comercio electrónico”, recuerda Viviana Coloma, gerente de Portafolio de Escalatec, sociedad de inversión de capitales privados constituida en Bolivia en 2020, la primera de su tipo en el país.

Bajo este marco, se realizó entre el 16 y 18 de agosto el VCILAT en la ciudad de Santa Cruz, evento que posibilitó 80 reuniones entre startups e inversionistas. 

“Si bien a nivel región todavía nos falta para avanzar, creo que ya hemos sentado las bases de entender qué es lo que se necesita para que empiecen a llegar fondos”, afirma Riveros.

Startups

En Bolivia, ya hay startups que ha levantado capitales de más de $us 1 millón de fondos nacionales e internacionales, pero aún hay un largo camino por recorrer. La prueba inequívoca de la madurez del sector llegará con los “unicornios”, empresas valuadas en más de $us 1.000 millones.

“No todas las startups que se lanzan son ‘invertibles’. Hay pocas que pueden levantar dinero porque tienen soluciones que realmente respondan a necesidades del mercado” y tienen una “escalabilidad exponencial”, lo que significa que en hasta tres años deberían operar en más de tres países, explica Coloma.

Para Marion, la constitución de fondos requiere de más startups “que sean atractivas por su tracción, rentabilidad y proyecciones”, y que estén vinculadas, sobre todo, “con soluciones para el sector empresarial”.

En este proceso -asegura Riveros- son clave las políticas públicas aplicadas de manera seria para el fortalecimiento del sector, un paso que se espera se pueda dar con la nueva ley de apoyo al emprendimiento tecnológico, propuesta que está en debate en el Legislativo y el Ejecutivo.

Entretanto, ante la ausencia de más fondos de venture capital, las empresas del sector han estado financiándose con capital corporativo, de empresas grandes y maduras que buscan adelantarse al futuro de su sector; con business angels, inversionistas particulares que tienen una menor capacidad de financiamiento; y con el ‘bootstrapping’, el impulso a partir de las ventas del proyecto y recursos propios o de la familia o amigos.

LA CIFRA

En Bolivia, no hay normativa específica para la constitución de fondos de capital de riesgo y los que apuestan por ello, se rigen en las normas financieras del país o a normas internacionales. Babasú, por ejemplo, está constituido en Delaware (EEUU).

A ello se suma el que es muy costoso para el inversionista extranjero retirar su rentabilidad de Bolivia y el que es complicado encontrar divisas. Otro obstáculo es que Bolivia está al margen de las principales rutas del capital de riesgo en la región. Riveros detalla que el 84% de estos recursos está en Brasil, México, Colombia y Chile.

También está la misma naturaleza de las startups: su alto riesgo. Riveros detalla que, de 10 startups en las que se invierte capital de riesgo, cinco mueren sin devolver siquiera el capital recibido, tres devuelven al menos el capital y una o dos devuelven entre cinco a 10 veces el monto invertido, lo que hace que valga la pena la inversión de todo el fondo.

“No hay una receta mágica para el desarrollo (…). Lo que se necesita es seguir coordinando entre todas las instituciones” para que los fondos conozcan las oportunidades de inversión en Bolivia y para que las startups del país sepan cómo funcionan estos fondos y se preparen para cumplir con sus requerimientos, subraya Julio Silva, gerente de Cooperación, Sostenibilidad e Innovación de la Cainco. 

Escalatec y Babasú lideran el avance local del venture capital